He de reconocer
que es muy posible que vaya a tirar piedras sobre mi propio tejado metiéndome
en este tema, pero me desilusiona leer algunos artículos (por lo que veo, muy
de moda ahora) relacionados con el debate sobre a quién se le puede llamar
criminólogo y a quién no.
Que si los
primeros criminólogos tenían un título propio y eso no sirve de nada; que si
después podía estudiarse como licenciatura y ésta tiene infinidad de carencias;
que si el Ministerio de Educación reconoce que lo que sirve es cursar el Grado y es lo que va a misa; que gracias a los Colegios de Criminólogos que se están creando porqué ellos serán los filtros de la justicia…
que si el Ministerio de Educación reconoce que lo que sirve es cursar el Grado y es lo que va a misa; que gracias a los Colegios de Criminólogos que se están creando porqué ellos serán los filtros de la justicia…
Respeto todos y
cada uno de los comentarios y artículos leídos aunque vinieran a decir algo así
como “Gracias por el camino que habéis abierto para nosotros y todo lo que habéis
aportado pero, dejad paso que ahora llegamos nosotros con nuestro título oficial
debajo del brazo”. No quiero frivolizar con este tema y menos generalizar,
porque hay muchas otras personas que no piensan así. Y a los que sí su opinión
es muy respetable también.
Como siempre y
como todo, para gustos los colores. Pero una vez más se reabre el debate de la “titulitis”. Vivimos en una época y
sociedad en que parece que esta “titulitis”
se impone ante el esfuerzo, el reciclaje, la implicación y la humanidad
(ahondar en los motivos sería un tema aparte, cada uno tiene los suyos). Que te
apasione algo y no tengas un título no sirve; que quieras ayudar y no tengas un
título no sirve; que quieras avanzar sin un título no sirve de nada… Si optamos
por una visión general de todo lo que nos rodea, tener un título sólo nos
certifica que hemos pagado por unos estudios que hemos superado y colegiarnos
significa que pagamos para pertenecer a un colectivo con un título oficial.
Estudiar es lo
más importante para obtener una base adecuada y unos conocimientos básicos por
los que empezar a crear un futuro, pero no sirve de nada si no te apasiona lo
que has estudiado, pones tu empeño en seguir indagando en tu campo o pretendes
hacer algo de provecho con las herramientas que tienes al alcance de tu mano. ¿en
cuántas ocasiones hemos acudido a algún profesional porque necesitamos de sus
servicios y nos hemos ido peor de cómo hemos entrado? ¿cuántas veces hemos
acudido a la
Administración y hemos pensado que sin habernos movido de
nuestra casa estaríamos en el mismo punto? ¿porqué en la mayoría de sistemas de
elección de personal se opta por el mejor titulado? ¿o el que mejor pasa una
batería de test? ¿o el que mejor se defiende en una entrevista personal? Y así,
sucesivamente…
Bien cierto es
que cada puesto de trabajo exige unas condiciones y que, hay muchos ejemplos de
profesiones que sin un título no podrían ejercer ya que en sus manos está la
salud (física o mental) de nuestros ciudadanos, o parte de la educación de
nuestros hijos, o los ahorros de toda nuestra vida o nuestra seguridad o lo que
sea. Pero lo importante además de ser un buen profesional (sea lo que sea a lo
que te dediques y tengas un título oficial o un título de plastilina) es la
implicación, el esfuerzo y la pasión que pongas en lo que haces. No podemos
dejar que nos envuelva el halo de ser meros números en multinacionales y no tan
multinacionales aunque laboralmente nos eduquen así, porque ese es el primer
paso hacia el automatismo. En ocasiones tenemos que dejar que algunos casos nos
afecten porque es la prueba más fehaciente de que seguimos siendo humanos y que
todos, al fin y al cabo, acabaremos en un hoyo similar, con más o menos flores,
pero en un hoyo. Y todo esto es lo que debe empujarnos a ser cada día mejores,
no sólo por nosotros y nuestro bolsillo o reconocimiento, sino sobretodo por
los demás y más aquellos que nos dedicamos o dedicaremos a alguna rama con un
FIN SOCIAL.
Como se dice en
muchos casos: “Si quieres recorrer un camino rápido hazlo solo, pero si quieres
no perderte entre las adversidades que te pueda deparar hazlo acompañado”. Y
hay que tener en cuenta que ese mismo camino ya hay quien lo ha hecho antes que
nosotros, y lo ha hecho bien con lo que ha tenido a su alcance en su momento, y
que se esfuerza por mostrarnos lo que ha encontrado para que nosotros vayamos
prevenidos y que nos tiende su mano como trampolín para que nosotros cojamos el
relevo. No podemos centrar nuestros argumentos en un Sistema Educativo que ha
cambiado cada dos por tres y que sigue siendo nefasto porque el título que hoy
obtenemos nosotros mañana no puede servir para nada. Hay que coger de la mano
al que tienes al lado y caminar hacia un mismo lugar, con tu esfuerzo y el suyo
haciendo que funcione la maquinaria y el que no esté dispuesto que se suelte. Hay
que ofrecer facilidades a los que quieren seguir tirando del carro y que sea su
interés el que hable por ellos y no un trozo de papel que ponga que es tal o
cual.
Sé que no muchos
no verán la conexión entre un criminólogo y una ONG, pero cuando hablo de este
tema me viene a la mente un ejemplo que he vivido, si no en primera persona, en
segunda o en tercera… Es muy triste que alguien que quiera enrolarse en una ONG
para AYUDAR, tenga que ser médico o profesor o pedagogo o… qué más da. Para
mover un saco desde un camión al suelo no hace falta tener un título, a veces
ni siquiera fuerza. Para llevar unas camisetas a unos niños y ponerse a jugar a
fútbol no hace falta saber jugar. Para curar una herida o poner una vacuna sí. Debemos
recordarnos de vez en cuando que, para cualquier tarea social lo importante es
ser humano y ser consciente de que cada persona tenemos nuestras limitaciones pero
otros muchos valores y que cada uno tenemos nuestro lugar y forma de
desenvolvernos. Es verdad que la voluntad sola no siempre lo soluciona todo
pero ayuda.
“Philosophum non
facit barba” (La barba no hace al filósofo)
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