Cuando hablamos de Tortura y Edad Media es como
cuando vas al médico: sabes cuándo entras pero no cuándo vas a salir. Aunque la
tortura ha existido desde que el hombre es hombre, podemos destacar que la
Edad Media es la llamada “Edad de Oro” de
esta práctica. Podríamos detenernos en mil y un detalles para discernir qué
etapa, si la Alta
o la Baja , era
la más cruel pero lo cierto es que ambas tienen su encanto.
En la
Baja Edad Media en cambio, la intervención divina cedió ante
la humana y, se pasó de utilizar el “Juramento” a utilizar la “Confesión”. Y
claro, ¿qué mejor método puede haber para confesar que la tortura? La gente
confesaba por no tener que soportar el dolor. De esta etapa encontramos varias
obras pictóricas que reflejan la normalidad con la que se proferían los
castigos y varias obras literarias y códices que apelaban a ella como método de
justicia. Es más, desde la segunda mitad del siglo XIII hasta finales del siglo
XVIII, la tortura representó el procedimiento penal ordinario de los Tribunales
eclesiásticos. Hay que destacar que, en las penas medias, siempre el objetivo
era que la práctica en cuestión no causara la muerte.
Referencias
pictóricas
-
Varias
pinturas del pintor flamenco El Bosco, obsesionado con los tormentos del
infierno e influenciado por la época en la que vivió (S. XV-S.XVI) dibujaba
tanto representaciones de los pecados capitales como las posibles penas y
torturas que el ser humano podía recibir. El ejemplo más conocido, lo
encontramos en su obra “El jardín de
las delicias” 1500 (Museo del Prado, Madrid) o “El paraíso y el infierno” 1500 (Museo del Prado, Madrid)
-
“La flagelación de Santa Engracia”
s. XV de Bermejo
-
“Retablos
de Fanlo y Buisan” s. XVI, escena de Santa Catalina con la rueda de su tortura
y la espada con la que fue decapitada (Museo Diocesano de Barbastro-Monzón)
Referencias
escritas
- Libro de Tubinga, 1100: en que se apela al juicio
del fuego o el agua hirviendo a los hombres viles o fáciles de corromper, así
como a los esclavos, ladrones, salteadores y demás malhechores.
- Summa, de Azzo s.XIII. El más antiguo e
influyente tratado medieval sobre el uso de la tortura
- Tractatus de Tormentis, 1263-1286. Anónimo
- Liber iuris civiles, 1228
A día de hoy, podemos encontrar varios museos que
recogen multitud de objetos relacionados con el ejercicio de la tortura como,
por ejemplo, el Museo de Tortura de Toledo el de Friburgo en Alemania. Tras un
recorrido por varios documentos que tratan sobre esta práctica, por mucho que
nos digan que había reinos que en aquella época no utilizaban este medio de
forma habitual para aplicar sus castigos, no localizamos referencias que
expliciten que su uso era nulo. Es entre los siglos XVI y XVIII en los que
encontramos la más grande variedad de artilugios que jamás podamos imaginar, así
que vamos a intentar hacer mención y dar una breve explicación de aquellos más
conocidos y/o curiosos de esta época destacada por la Inquisición y la Caza de Brujas:
EL APLASTACABEZAS
Este artilugio está destinado a reventar los huesos
del cráneo. Se ponía la barbilla en la barra inferior y el casquete era
empujado hacia abajo mediante el tornillo. Muy gráficamente se nos describe que
“primero destrozaba la mandíbula y luego el cerebro se escurría por la cavidad
de los ojos”.
Una variante sería la del “aplastapulgares” que
consistía en aplastar las uñas, las falanges y los nudillos de forma lenta y
progresiva.
El origen de esta bella dama es motivo de
controversia, algunos documentos afirman que pertenece a la
Edad Media mientras que otros efectos la
sitúan en la Alemania
del s.XIX y utilizada para fines macabros. Lo que está claro es que la leyenda
urbana de nuestra gran conocida Erzebeth Bathory la sitúan ya en el s.XVII.
Consistente en una especie de ataúd de unos 2m de
alto y 1m de ancho aprox. con clavos de hierro en la parte interior de sus
compuertas con el fin de ir cerrándolas muy despacio para ocasionar el máximo
dolor. Algunas fuentes indican que el interior estaba insonorizado (por el grosor de las
puertas) para no molestar a aquellos que se encontraban en el exterior. Se
acostumbraba a dejar a los reos en el interior durante dos días a fin de que
murieran. Como curiosidad cabe destacar la banda metalero Iron Maiden lleva su
nombre.
Este aparato consistía en una pirámide
puntiaguda sobre la que se alzaba la víctima para dejarla caer unas cuantas
veces con el fin de que la punta topara con la zona genital o anal. Los
documentos encontrados mencionan que, a lo largo de la historia se han ido
introduciendo algunas mejoras (tan frívolo como hablar de un coche de fórmula
1): adición de electricidad, añadidura de cinturón…
EL DESGARRADOR DE SENOS
Trata de una tenaza acabada en cuatro puntas
afiladas que se aplicaban al rojo vivo o frías sobre los senos, desgarrándolos.
Se utilizaba sobretodo en mujeres que cometían herejía, blasfemia, adulterio,
aborto provocado, magia blanca erótica… El caso más famoso encontrado y
recalcado en todos los textos fue el de Ana Pappenheimer, alemana condenada por
brujería en el año 1600, que después de recibir su castigo tuvo que sufrir el
despellejamiento y rasgamiento de sus carnes. Una vez seccionaron sus pechos,
se los obligaron a comer a sus hijos.
Empleada especialmente en países como Suecia,
Holanda, Italia, Francia, Escocia y Alemania, existen documentos que aseguran
su uso hasta 1841 en Prusia. Este método consistía en atar a un hombre de pies
y manos a una rueda lo suficientemente grande, como la de un carruaje y, una
vez colocado, un verdugo especializado se dedicaba a infligir golpes
suficientes como para destrozar sus huesos, sobretodo en tibias, rodillas,
costillas y brazos para que quedara el cuerpo encima de la rueda como un
auténtico despojo humano.
Una de las favoritas de la Santa Inquisición. Consistía en
colocar un aro de metal, a modo de collar en el cuello del hereje, con una
barra cuyo extremo terminaba en unos pinchos que a medida que se iba apretando
el aro, estos se iban clavando en el cuello.
LA SIERRA
Se colgaba al condenado en posición invertida y se
procedía a cortar con una sierra desde la zona genital hacia el ombligo o
incluso, en algunos casos, el pecho. La bondad de este método radicaba en que
se ponía al individuo del revés para que no muriera desangrado y asegurándose
así que la “víctima” no perdía el conocimiento. Eran condenados a esta pena los
homosexuales y, en especial, en la
Alemania luterana los campesinos rebeldes y, en Francia, las
brujas preñadas por Satanás.
EL CINTURÓN DE CASTIDAD
Consiste en una braga de hierro que tiene por
finalidad provocar laceraciones, abrasiones e infecciones por el contacto
directo con el metal.
LAS JAULAS COLGANTES
Su propio nombre lo indica, no era otra cosa que
unas jaulas de gran tamaño dispuestas para albergar a, como mínimo, una
persona. Desnudos, se colgaban en los salientes de los edificios,
preferiblemente al sol desgarrador o a la intemperie. En ocasiones, se
introducían gatos salvajes que eran azuzados con varillas candentes.
EL TORO DE FALARIS
Recibe su nombre por un tirano siciliano del s. VI
a.C. Hecho de bronce hueco, se metía a la persona en su interior y se encendía
fuego bajo la barriga del toro hasta que la cámara se convertía en un auténtico
horno. Los gritos de la víctima salían por la boca del toro y hacía que
pareciera que éste mugía. Cuenta la leyenda que su inventor (Perilo) murió dentro de él mientras era presentado el
proyecto a quien lo había solicitado.
No hace falta destacar que estos sólo son unos de
los pocos instrumentos y métodos que eran utilizados en la época y que, en
siguientes posts, nos detendremos a escudriñar entre los menos conocidos pero
igual de ingeniosos.
“Res fragilis
est periculosa” – Ulpiano, refiriéndose precisamente
a la tortura (“Situación peligrosa es frágil”)
Angie Muñoz
Estudiante de Criminología UOC
Twitter:
@anxineta
Bibliografía
“La tortura”, Alec Mellor , Ed. Estela 1964
Barcelona
“La tortura”, Edward Peters, Ed. Alianza 1985
Madrid
“Discurso sobre la tortura” Juan Pablo Forner, Ed.
Crítica 1990 Barcelona
* Wikipedia e informes on-line de Amnistía
Internacional
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